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Si los precios altos destruyen demanda, ¿los precios bajos destruyen oferta?. En búsqueda del equilibrio

El mes de junio resultó ser uno de los más turbulentos en términos de volatilidad de precios de las materias primas agrícolas: pasamos de tocar max. históricos en algunos productos hacia mediados de mes, a una baja mayor a U$D 70 sobre el cierre del mismo.

La pregunta que surge aquí es la siguiente: ¿que cambió en solo 15 días para que los precios reaccionaran de esta manera?. Hay múltiples factores externos que podrían explicar este accionar: alta inflación a nivel global, dólar fuerte, políticas de confinamiento del gobierno chino, miedo al inicio de un escenario recesivo y la consecuente reducción de posiciones especulativas de los fondos de inversión. 

Cuando nos centramos exclusivamente en factores internos, los pronósticos de clima favorable en USA, el rápido avance en la cosecha de maíz de segunda en Brasil con rindes mejores a los esperados, los márgenes negativos de molienda de soja en China, flexibilización a la exportación de aceite de palma por parte del gobierno de Indonesia, podrían explicar la baja en los precios.


Ahora bien, ¿en solo 15 días el mercado “descubrió” todos estos elementos bajistas? ¿es válida la corrección o fue exagerada? Para responder a estas preguntas, es clave ir a las “bases” y repasar los balances globales de los principales commodities agrícolas. 

En medio de un escenario bélico que, no solo va a generar una fuerte disminución productiva 22/23 de un país clave como Ucrania (ver gráfico adjunto con participación en el mercado global, fuente Thomas Elder)  sino también que va a afectar la logística global, sumado a una fuerte suba en los costos de produccion (fertilizantes en máximos históricos), los balances globales campaña 22/23 no muestran margen para el error. Como muestra la imagen adjunta (Fuente: AG Resources), el mundo enfrenta el difícil desafío de intentar recomponer los stocks globales, los cuales se ubican entre los más bajos desde 1970.

Cuando analizamos las cifras proyectadas por el USDA, vemos que gran parte del crecimiento en la produccion global 22/23 recae sobre Sudamerica, región que va a comenzar a sembrar en menos de 3 meses. Para Brasil se estima una cosecha récord de maíz (126 MTon) y soja (149 MTon) mientras que, en Argentina, se espera una fuerte recuperación en soja (51 MTon) y máximos históricos para maíz (55 MTon).

En el actual escenario de precios, los márgenes brutos 22/23 se han resentido de manera notable para el productor sudamericano, ubicándose en niveles de alerta y en muchos casos en terreno negativo, lo cual pone un signo de interrogación respecto a las cifras de produccion antes mencionadas. Recordemos, además, que varios pronósticos muestran altas probabilidades de un nuevo evento Niña para Sudamerica, lo cual implicaría una posible caída en los rindes de maíz y soja.
Los árboles no crecen hasta el cielo, pero tampoco las raíces crecen hasta el infierno: el mercado deberá encontrar el nivel de precios “justo” para que el productor sudamericano tenga incentivos reales a incrementar la produccion, como así también, los consumidores globales vuelvan a recuperar márgenes de produccion y activen las compras. Ni los máximos históricos de junio parecen niveles que se puedan mantener en el tiempo sin destruir demanda, ni tampoco los valores de precios actuales, que generan un desincentivo a la produccion sudamericana: se vienen meses de mucha volatilidad que exigen estar muy atentos y tener objetivos claros de comercialización tanto para los consumidores como así también para quienes producen materias primas agricolas.

Por Agustin Baqué – Asesor de mercado

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