Análisis del suelo: Una herramienta esencial en la lucha contra el cambio climático
Por Vasyl Cherlinka*
En los últimos años, las referencias al cambio climático no han dejado de aumentar. Temperaturas inusualmente altas o bajas, fenómenos meteorológicos extremos más devastadores y difíciles de predecir y cambios en las tendencias climáticas son solo algunas de sus consecuencias.
A nivel agrícola y silvícola, a la hora de hacer frente al cambio climático, se hace mucho hincapié en que las plantas estén lo suficientemente hidratadas y con suficientes nutrientes para que puedan desarrollar unas defensas fuertes. Para ello, nada mejor que realizar análisis de suelo y conocer las condiciones reales de las que disponen los árboles.
Razones para analizar el suelo
Existen diferentes razones por los cuales se recomienda realizar análisis de suelo. La principal, conocer el estado actual del suelo de su explotación. Uno de los problemas recurrentes a los que se enfrentan los agricultores está en las evidentes limitaciones de las inspecciones visuales. Algunas características pueden comprenderse con un simple vistazo: por ejemplo, si una planta está erguida y con vigor o está marchita, o si la capa superficial del suelo está seca o húmeda. Sin embargo, esa información es incompleta para entender si las plantas disponen de los nutrientes necesarios. El muestreo del suelo y su posterior análisis sirven para determinar el nivel de nutrientes y el pH del suelo, características que no se pueden analizar de forma visual.
Asimismo, los análisis del suelo permiten ajustar el uso de fertilizantes y optimizar el gasto. Al conocer la deficiencia exacta de uno o varios nutrientes que experimenta el suelo, el agricultor puede definir la cantidad necesaria y el tipo de fertilizante que debe aplicar. Además de evitar un desperdicio de insumos innecesario que puede repercutir a largo plazo en la economía de la explotación, también evita algunos de los problemas de la sobrefertilización, como las quemaduras por abono a las plantas cercanas, la lixiviación o la escorrentía y posterior contaminación de las masas de agua cercanas.
Desde el punto de vista financiero, los análisis de suelo y la posterior aplicación de fertilizantes en su justa medida favorecen una adecuada gestión del suelo. La restauración de un suelo degradado es un proceso costoso, difícil y largo, por lo que al agricultor le resultará más sencillo realizar pequeñas enmiendas o correcciones que tener que realizar el proceso completo. No hay que olvidar que la degradación del suelo afecta directamente a los medios de subsistencia de los agricultores y a su salud.
Tipos de análisis del suelo
Como sucede con otras pruebas, los análisis dependen de la(s) propiedad(es) que se quieran medir. Aunque unos son más populares que otros, lo cierto es que todos ellos se usan con bastante frecuencia.
- Análisis de los nutrientes. Conocer la cantidad presente en el suelo de cada nutriente es clave para poder llevar a cabo la agricultura de precisión. Una vez determinados los niveles, el agricultor puede adaptar la fertilización en consecuencia.
- Análisis de la textura y la estructura del suelo. Este tipo de análisis permite conocer el tipo de suelo y sus características físicas, como la textura o la estructura. La arcilla, la arena y el limo tienen unas propiedades únicas, por lo que es necesario planificar el riego y la fertirrigación. Por ejemplo, los suelos arcillosos retienen mejor la humedad que los arenosos.
- Análisis de la humedad del suelo. El agua es necesaria para el crecimiento de las plantas y una prueba de este tipo determina si las plantas tienen suficiente agua o están deshidratadas. La prueba más común de este tipo se basa en la evaporación del agua de la muestra, comparando la diferencia de masa antes y después de la prueba.
- Análisis de la acidez del suelo. El pH es una característica que afecta a la productividad de las plantas, por lo que un valor demasiado alto o demasiado bajo perjudicará su crecimiento. El valor neutro es 7, los valores más bajos indican acidez y los más altos, alcalinidad. Esta prueba consiste en calcular los iones de hidrógeno del suelo.
- Análisis de la salinidad del suelo. Las pruebas de salinidad del suelo ayudan a determinar si un terreno es apto para uso agrícola, ya que las plantas pueden sufrir estrés osmótico en campos demasiado salinos. Se puede calcular mediante conductividad eléctrica o con la evaporación de las sales solubles totales.
- Análisis de plaguicidas y contaminación. Los elementos contaminantes disminuyen la calidad del rendimiento y afectan al medioambiente. Analizar el suelo en busca de estos elementos puede definir si es ideal usar ese campo para el cultivo o no.
El papel del análisis del suelo en la lucha contra el cambio climático
Los gases de efecto invernadero juegan un papel clave en el cambio climático y su reducción y secuestro es uno de los principales objetivos de todos aquellos implicados. Teniendo en cuenta los efectos que tiene en los ecosistemas, los análisis del suelo son cada vez más importantes para gestionar los riesgos asociados y construir un futuro más sostenible.
Entre las posibles utilidades de los análisis de suelo están el ayudar a los gestores de tierras a identificar prácticas de gestión del suelo que aumenten la capacidad del suelo para almacenar carbono o identificar y abordar los problemas de degradación del suelo. También sirve para informar sobre el uso responsable y la conservación de los recursos naturales, como el agua.
El análisis del suelo es una herramienta esencial para que los agricultores evalúen la salud y productividad de sus tierras midiendo diferentes parámetros. También es frecuentemente usado en la evaluación de los resultados de diversos proyectos medioambientales relacionados con el cambio climático y cómo se combate. Gracias al uso de nuevas técnicas de muestreo de suelo y la más avanzada tecnología, es posible identificar mejor y más rápido los problemas de salud del suelo y desarrollar planes sostenibles a largo plazo.
Vasyl Cherlinka | *Doctor en Biociencias especializado en Edafología (ciencia del suelo), con 30 años de experiencia en este campo. Licenciado en Agroquímica, Agronomía y Edafología.