Por Ignacio Iriarte I Analista del Mercado de Carnes
Un acuerdo basado en la entrega por parte de los frigoríficos exportadores de un importante volumen de carne a precios “cuidados” puede no ser el instrumento más eficaz para que baje el precio del novillo o la vaquillona gorda en Liniers.
Es cierto que le recorta el poder de compra a un sector que es responsable de la adquisición de entre 30 y 35 por ciento de la hacienda que se faena en la Argentina (principalmente vacas y novillos pesados), pero esta imposición puede ser ineficaz para evitar que los precios de la hacienda que viene del feedlot –hoy con una oferta reducida en un 10 a 15 por ciento– se estabilicen o inclusive sigan subiendo.
En el largo plazo, probablemente ese menor poder de compra de los exportadores, afectados por esta nueva carga, se tendría que expresar en menores precios para novillos pesados y vacas.
Pero en el corto plazo, la oferta de vacas y novillos es muy ajustada, resultando más que insuficiente para cubrir la crecida capacidad instalada de la industria y para cumplir con todos los contratos de exportación que afortunadamente se presentan.
El Gobierno a la hora de intentar estabilizar el precio de la carne al mostrador enfrenta el problema de que la oferta de ganado para consumo (novillitos, vaquillonas, terneros) seguirá siendo por un buen tiempo insuficiente, que la demanda internacional está creciendo en volúmenes y precios, y que la demanda interna, pese al desempleo, la caída de la actividad económica y la caída de los ingresos reales, sigue convalidando precios crecientes en el mostrador.
STOCK
En este marco, cabe resaltar que el margen de maniobra que tenía el Gobierno para cerrar las exportaciones sin pagar en el corto plazo los costos, resulta hoy muy diferente al de quince años atrás.
En 2005, la producción de carne vacuna por habitante era de 83 kilos, mientras que hoy es de sólo 68 kilo; es decir, se redujo 18 por ciento, producto de que creció la población y se achicó el stock bovino.
La oferta ganadera, especialmente de animales livianos para faena, es muy justa; y en la medida que no mejore la relación carne/grano es difícil que la oferta del feedlot se recupere lo suficiente como para hacer caer los altos precios actuales de la hacienda de consumo.
En 2006, el stock venía en franco ascenso, suba que terminó en 2007, al desatarse la peor liquidación de la historia. La foto de hoy es distinta: las existencias hace dos años que están cayendo y es improbable que en el corto plazo la ganadería argentina entre en un proceso de recomposición.
Traducido: en su anterior gestión, el kirchnerismo dispuso de un stock cercano a las 60 millones de cabezas para liquidar, mientras que hoy dispone de sólo 53 millones, y de acuerdo a datos extraoficiales, las existencias estarían en caída.
IMPACTOS
Así, una eventual prolongación del cierre de las exportaciones podría traer como consecuencia que un número considerable de productores termine sus novillos con pesos de faena más bajos, apuntando al consumo interno, tal como sucedió entre 2008 y 2011.
La oferta de novillos pesados resulta hoy la mitad de hace 15 años, siendo esta categoría la única que nunca llegó a recuperarse después de la depredación ocurrida entre 2006 y 2010.
En los últimos dos años, y dentro de niveles históricamente muy bajos, la faena de novillos se ha venido incrementando. Entre enero y abril, aumentó 0,3 por ciento. Antes, en 2019 había crecido 4,9 por ciento; y en 2020, 3,4 por ciento.
La limitación a las exportaciones y la suba del valor del maíz pueden inducir a miles de ganaderos a producir novillos más livianos, o sea a una menor producción de carne.