Icono del sitio Agroeducación

Datos y relatos

Por Marianela De EmilioIng. Agr. Msc. Agronegocios – INTA Las Rosas
Luego de meses de sequía severa en zonas productivas del país, los pronósticos, fotos y videos de campos arruinados por la falta de lluvia, empiezan a preocupar a quienes hace algunos meses pensaban que las lluvias vendrían a tiempo a salvar la entrada a un nuevo año. Por otro lado, el cierre del 2022 trajo declaraciones optimistas en torno a proyecciones de ingreso de divisas por exportaciones hacia el presente 2023. Con daños a la vista ¿es posible proyectar un 2023 récord en exportaciones?

A modo de ilustración, con datos duros del INDEC, se obtiene que, del total de bienes exportados en 2022, más del 65% de ingreso de divisas corresponde a materias primas agrícolas y agroindustria. Dentro de estos, que incluyen granos, carnes, maquinaria agrícola, insumos, etc., el complejo sojero, maicero y triguero (granos, aceites, harina, biodiesel, semillas, etc.), representa 65% del total de productos agroindustriales exportados, y resulta en casi la mitad del ingreso total de exportaciones de bienes del país. 

Como es de público conocimiento, la cosecha 22/23 no será buena, en la tercera sequía consecutiva del país. La segunda campaña con sequía, la 21/22, mostró una reducción de volumen exportado de -11% del complejo sojero y -10% del complejo maicero, mientras el complejo triguero aumentó sus volúmenes de exportación. Dado que durante el 2022 los precios promedio de exportación de granos y subproductos tuvieron valores superiores a los del 2021, los menores volúmenes exportados fueron compensados por mayor valor de la tonelada exportada, resultando en un mayor ingreso de divisas, acelerado hacia el último mes del 2022 a través del programa Dólar soja II. 

En el gráfico se observa menor cantidad de toneladas exportadas durante el período enero a noviembre 2022, respecto al mismo período de 2021, pero mayor cantidad de Dólares ingresados.

Fuente: INDEC y Ministerio de agroindustria

La cosecha de trigo 22/23 logró colectar volumen por 12,4 millones de toneladas, -43% por debajo del volumen cosechado el año pasado. Al respecto, en noviembre 2022 se publicó una resolución que da permiso al sector de la exportación, a postergar el cumplimiento de exportaciones de trigo por hasta un año, a fin de garantizar el abastecimiento local de este cereal. Se proyecta que la exportación de trigo 22/23 no supere 5 millones de toneladas, muy por debajo de 14 millones exportados en el 2022, los compromisos postergados, deberán coordinarse para ser cumplidos con la cosecha 23/24. 

Las proyecciones de volumen de cosecha de soja y maíz se irán ajustando a medida que avanza la campaña, con daños ya relevados y medidos en la primera mitad del ciclo. Según la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, un panorama pesimista resultaría en un recorte de cosecha de maíz y soja por debajo de 30 y 20% respectivamente, comparado con la cosecha 21/22. Significa que la cosecha de soja alcanzaría un volumen de 35,5 millones de toneladas, y la de maíz 37,8 millones de toneladas, comparado con 43,3 y 52 millones de soja y maíz 21/22 respectivamente. 

Pasando a los precios probables de exportación, se recuerda que el 2022 estuvo atravesado por rangos de precios muy altos, en ocasiones superando récords internacionales históricos. Los condimentos 2022 para un escenario de precios altos fueron diversos, en los que la geopolítica tuvo mucho peso, a través de la guerra entre Rusia y Ucrania, dificultades logísticas y barreras sanitarias para un normal abastecimiento desde países proveedores a consumidores, el contexto energético y de fertilizantes, por mencionar los más importantes que causaron precios máximos históricos, impactando sobre los precios locales de granos y subproductos. El 2023 sin embargo, se proyecta como un año estabilizado en negociaciones comerciales de los países en conflicto, aunque siempre puedan ocurrir sorpresas. En cuanto a energéticos e insumos ligados a ellos, las proyecciones muestran un año de menores precios, principalmente por amenazas de recesión económica global, que desacelera todo recorrido de subas. Por último, la producción de los principales productores del mundo, salvo Argentina, se proyecta óptima, con lo que la cosecha global no se ve amenazada.

Fuente: Finviz.com

El gráfico de largo plazo que muestra la evolución de precios de soja en Chicago desde 1999 hasta enero 2023, muestra los precios máximos a los que se llegó durante el 2022, solo registrados en 2012. Tanto el 2021 como el 2022 mostraron picos de precios en Chicago, y, cuando se compara el rango de precios predominantes durante estos dos últimos años, respecto al precio promedio de exportación de soja y subproductos, hay amplia relación entre el diferencial de precios 2021 y 2022 de soja en Chicago, que pasó de un rango entre U$S 440 y 560/TN en 2021 a uno entre U$S 514 y 660/TN, distanciados por U$S 75 a 100/TN entre mínimos y máximos, y el diferencial de precio promedio de exportación 2021 versus 2022, U$S 89/TN. Si esta relación se mantiene, considerando que el mayor destino del complejo oleaginoso es la exportación, y cuyo mercado de referencia es Chicago, y los precios internacionales descendieran al nivel del 2021, por considerar un escenario optimista (se esperan muy buenas cosechas en Sudamérica, excluyendo a Argentina, lo que presionaría aún más a la baja), se tendría un recorte de precios que, sumado al recorte productivo de soja, resultaría en un ingreso de U$S 20.000 millonesU$S -14.000 millones por debajo respecto al ingreso 2022. 

La misma proyección puede hacerse con el complejo agroexportador del maíz, cuyos precios promedio pasaron de U$S 227 a 262/TN, en 2021 y 2022 respectivamente, acompañando precios récord internacionales en suba en 2022, al igual que en soja. Si el recorte productivo 2023 proyectado, se trasladara a un recorte semejante de exportaciones para este complejo, resultaría en un ingreso de divisas de U$S 5.400 millonesU$S -3.600 millones por debajo comparado con 2022.

Para terminar, no se proyectan exportaciones del complejo triguero por más de cinco millones de toneladas. Si el precio promedio de exportación 2023 fuera semejante al del 2021, U$S 257/TN, debajo de U$S 313/TN en 2022, resultaría en un ingreso de divisas por casi U$S 1.300 millones, casi U$S -3.000 millones por debajo del ingreso de divisas 2022.

Las pérdidas podrían alcanzar casi U$S -21 mil millones en 2023, por recorte productivo debido a la sequía, y por recorte de precios, por contexto internacional de menor demanda y buen nivel de oferta de agro alimentos.

Lo peligroso de la situación actual es que se subestimen estas proyecciones de parte de quienes deben diseñar políticas públicas, con conocimiento sobre la escasez a la que se enfrentarán durante los trimestres de este 2023. Que se publiquen proyecciones de exportaciones récord 2023, cuando más del 40% de las divisas corresponden a los complejos de trigo, soja y maíz, cuya producción podría ser de las más pobres en los últimos siete años, con precios internacionales que podrían tomar un rumbo bajista, incluso por debajo de los precios del 2021 y muy lejos de los máximos del 2022, es por lo menos imprudente. No subestimar la sequía ni el contexto recesivo internacional, dados los compromisos de pagos internacionales del Estado y la necesidad de gestionar herramientas financieras de parte de las empresas, cuando la siembra 23/24 busque liquidez y no la encuentre. 

Conclusiones: El dato es que el clima es soberano a la hora de determinar rendimientos, que la pérdida de trigo es un anticipo de lo que ocurrirá con soja, maíz y el resto de los granos de primavera veranos. El dato es que siendo Argentina un país agroexportador, somos tomadores de precios internacionales, influenciados por eventos mucho más allá de los límites locales, que muestran más probabilidades de bajas que de subas, luego de dos años de fuerza alcista, buena producción mundial de granos y un panorama de recesión global. El relato es que la sequía no impactará tan fuerte y que las exportaciones 2023 serán récord. Dato mata relato, y esos datos deben ponerse sobre la mesa de quienes toman decisiones gubernamentales, sectoriales y empresariales, a fin de gestionar los recursos escasos que aún no se agotan.

Por Marianela De EmilioIng. Agr. Msc. Agronegocios – INTA Las Rosas

Salir de la versión móvil