Por Salvador Di Stefano I Economista y Director de Agroeducación
La calesita de las inversiones nos indica que estamos pasando de activos en pesos a tasa fija o ajustados por inflación, a dólares billetes y acciones, para más adelante ir en busca de activos ligados al dólar oficial. Todo cambia y se reinventa.
El dólar oficial en Argentina ha mostrado, en los últimos años, una gran suba de precio que lo aleja de la inflación, y debería estar mostrando una economía con gran competitividad. Sin embargo, la gran presión tributaria, en especial al sector agrícola con grandes retenciones, hace que nuestra moneda no sea tan competitiva.
Solo en el último año el dólar oficial aumentó menos que la inflación, mientras que la competencia entre inflación y dólar oficial medida a 24, 36 y 48 meses muestra en todos los casos al dólar oficial en niveles más altos que el índice de precios al consumidor.
En el caso del dólar blue, observamos que en los últimos 12 meses tuvo una evolución muy similar al dólar oficial y quedó relegado por debajo de la inflación. En cambio, si miramos la performance a 24, 36 y 48 meses, observamos una suba excepcional. Por ejemplo, en los últimos 48 meses, la inflación fue del 325,7% y la suba del dólar blue fue del 894,5%, una brecha que en algún momento se va a descontar.
Podríamos hacernos varias preguntas, por ejemplo:
¿por qué, si el dólar oficial sube más que la inflación, no somos competitivos con nuestros productos?
Está claro que el tipo de cambio oficial medido contra la inflación tiene una diferencia positiva medida a más de 12 meses, sin embargo, a la hora de exportar productos argentinos, la presión tributaria que pesa sobre la producción y transformación de mercadería en nuestro país, hace que no seamos competitivos (impuesto a la riqueza, bienes personales y otros). Más aún, los impuestos a los derechos de exportación borran de un plumazo los beneficios de tener un tipo de cambio que aumente a mayor ritmo que los precios.
¿Por qué sube el dólar blue más que el oficial y la inflación?
Si medimos la evolución el bule contra la inflación y el dólar oficial, observamos que la suba del dólar blue es exagerada, sin embargo, lo que nos está diciendo es que el termómetro financiero indica peligro. Los agentes económicos no encuentran refugio en una economía con alto déficit fiscal y sobre reaccionan comprando dólares como resguardo de valor.
¿Cómo sigue la película?
El gobierno nacional, en la primera parte del año, logró controlar los gastos, los ingresos fiscales crecieron gracias a la recaudación del impuesto a la riqueza que aportó unos U$S 2.500 millones, y por mayores exportaciones recibimos unos U$S 3.560 millones. Por otro lado, el FMI dio la noticia que giraría, en el segundo semestre, U$S 3.500 millones que vendrían a cancelar la deuda con el FMI que vence en igual período. Esto calmó las expectativas económicas, el Tesoro requirió menos asistencia del Banco Central, el dólar blue se mostró más calmo en dicho escenario. La inflación se aceleró, producto de la suba de muchos insumos del exterior y una actividad económica que se aceleró en los primeros meses del año.
El dólar oficial, durante todo el año, creció por debajo de los niveles de inflación. El gobierno está anclando el tipo de cambio que solo crece a un ritmo del 1% mensual en los últimos meses, para atemperar los índices de inflación futuros.
En conclusión, en los primeros 7 meses del año, la inflación le ganó al dólar oficial y al dólar blue, por ende, los bonos que ajustan por inflación y el plazo fijo UVA fueron un excelente negocio.
De cara a los próximos 5 meses, daría la impresión que, ante un escenario de mayor emisión para financiar a la Tesorería, el dólar blue podría ganarle a la inflación de cara a los próximos meses. Por otro lado, el dólar oficial seguiría estando planchado, dado que el gobierno desea llegar a las elecciones legislativas con un dólar planchado y pasar diciembre sin mayores problemas. Todo ajuste en este tipo de cambio quedaría postergado hasta el primer trimestre del año 2022.
Estaríamos en la transición de un reacomodamiento de carteras, en donde los que apostaron en la primera parte del año al instrumento ligado a la inflación, podrían arbitrar posiciones a los dólares mep o blue, o bien realizar inversiones en acciones que podrían tener un recorrido alcista.
Para fin de año, los que apostaron por acciones o dólares alternativos, podrían comenzar a reposicionarse en instrumentos que ajusten por el dólar oficial, ya que es muy probable que, en el año 2022, el dólar oficial tenga que comenzar a aumentar por encima de la inflación mensual, para poder volver a recuperar la competitividad perdida.
La calesita de la inversión nos está guiando al dólar y acciones, por ahora nada de pesos a tasa fija o ajustados por inflación. Para más adelante vendrá el arbitraje a instrumentos que ajustan por dólar oficial, pero eso quedará plasmado para después de las elecciones.
Por Salvador Di Stefano I Economista y Director de Agroeducación