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En 2024 se exportará más y se consumirá menos

Por Ignacio Iriarte | Analista Mercado Ganadero

La combinación de una oferta restringida, las lluvias, la incertidumbre y un tipo de cambio muy mejorado, mantienen muy altos los precios reales de la carne.

Debido a ello, durante el último año el precio de la hacienda ha crecido más que la inflación.

Sigue muy baja la oferta de novillos y vacas, y comienza a decaer la salida de vaquillonas y novillitos de los corrales, que se ha acelerado en estas últimas semanas.

La inflación tiende a acentuarse, la incertidumbre persiste, y la fuga de los pesos augura buenos precios para el ternero de invernada, cuya oferta no se va a recuperar hasta bien entrado febrero del 2024.

El año próximo, el mercado estaría marcado por una menor oferta de ganado y por una exportación que se verá beneficiada con un tipo de cambio real mucho más alto, y una política exportadora no restrictiva.

Se exportaría más, se consumirá menos; los precios reales del ganado se mantendrían en los altos niveles actuales, que en el caso de algunas categorías ya superan los récords históricos del otoño del 2022.

CORRALES EN ROJO

A partir de existencias muy altas (1,8 millones de cabezas a principios de noviembre) el feedlot ha comenzado a vaciarse.

En pocos meses ha pasado de una ganancia de $ 20 mil por ciclo a una pérdida estimada en $ 50 mil promedio en la actualidad. Está muy difícil de conseguir el maíz, que se paga por arriba de la pizarra (y a menudo en negro) y es también crítica la oferta de fibra y proteína.

Por razones estacionales, y también por la incertidumbre, hay pocos terneros de invernada, y la diferencia de compra-venta roza el 30%.

Con el costo por kilo ganado en el corral por arriba del precio del gordo, y una diferencia de compra-venta muy adversa, el negocio no cierra y la reducción de la carga de los feedlots se ha acelerado.

Este cuadro muy negativo en los próximos tiempos no tendería a revertirse sino a empeorar.

Las lluvias que han caído en muchas zonas del país han afirmado la demanda de los invernadores pastoriles, que en esta época del año casi siempre compiten con ventaja con los feedloteros a la hora de comprar terneros.

La oferta de novillitos, vaquillonas y terneros provenientes de los corrales intensivos es hoy todavía abundante, y lo será por algunas semanas más.

Pero como sucede todos los años, la contribución del feedlot comenzará a caer a partir de enero-febrero, contribuyendo a darle más firmeza al mercado.

Un salto “discreto” en el tipo de cambio podría dejar al feedlot con números en rojo por varios meses.

Próximo a terminar el año, podemos proyectar para 2023 una faena del orden de las 14,44 millones de cabezas, unas 943 mil cabezas (7%) más que el año pasado.

El peso medio por res faenada se ubicaría en los 226 kilos, unos seis kilos menos que 2022, y la producción de carne totalizaría este año las 3,27 millones de toneladas (el equivalente a 4,4% más).

Para 2024, y bajo el supuesto de que se va a revertir definitivamente la sequía en la mayor parte del país, la faena se reduciría a entre 13,0 millones y 13,5 millones de cabezas, entre un millón y un millón y medio de cabezas menos que en el 2023.

La producción de carne –con un peso medio recuperado– bajaría a los tres millones de toneladas y la participación de las hembras en la faena, que sería del 48% en el 2023, se reduciría al 42-45% el año próximo.

Si se da una combinación de buenos precios, clima favorable y expectativas político-institucionales positivas, la faena y la producción de carne podrían caer el año próximo aún más que estas proyecciones.

La exportación probablemente se verá beneficiada con una mejora sustancial en el tipo de cambio real y una disminución de las restricciones a exportar, pero deberá enfrentar en los próximos dos años una importante escasez de novillos y vacas.

Por Ignacio Iriarte | Analista Mercado Ganadero

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