Por Nicolas Razzetti | Analista Mercado Ganadero
El gobierno nacional esta semana se reunió con las cámaras que representan a la industria frigorífica y acordó un nuevo cupo de exportaciones de carne vacuna por 4500 toneladas a partir de septiembre que podría ser modificado en los próximos meses en función de la oferta de hacienda y de la evolución del negocio.
Los despachos del producto tiene seguimiento semanal entre las autoridades nacionales y los referentes de la industria aunque se espera que esa ampliación se mantenga y quizás que incluso se amplíe teniendo en cuenta que se espera una alta oferta de ganado en los próximos meses, al menos hasta noviembre.
La oferta está creciendo, están apareciendo novillos recriados, hasta julio que fue el último dato de faena conocido la oferta de vacas fue alta y además está apareciendo ganado que los engordes a corral encerraron sobre todo a partir de mayo/julio cuando apretó la seca y los recriadores se fueron quedando sin campo al tiempo que los criadores se vieron forzados a vender de forma anticipada ya que sin pasto debieron liberar los lotes para sostener el estado de las vacas.
Para obtener ese nuevo volumen de exportaciones desde la industria de la carne se argumentó que el mercado estaba muy bien abastecido lo que se refleja en un aumento de la producción del 4% en lo que va del año gracias a la mayor faena y al incremento del peso medio por res que llegó a los 236 kilos, todo un record. Además se explicó que el mercado interno seguirá bien abastecido por los motivos antes señalados.
Desde el sector exportador dijeron que con esta flexibilización esperan exportar este año cerca de 870 mil toneladas de carne vacuna cuando en 2021 se despacharon 803 mil lo que significaría un incremento de casi 10%.
Pero, ese posible total podría ser todavía mayor si se logra negociar un cupo más amplio. Los empresarios fueron a pedir que se ampliara en 6.000 toneladas, es decir, 20%, pero les dieron un poco menos, fueron cautos los funcionarios.
Los privados creen que de acordar un nuevo cupo se podría llegar a cerca de 900 mil toneladas res con hueso este año.
Hay que tener en cuenta que en 2020, último año “normal” para las exportaciones se alcanzó el récord de 903 mil toneladas de acuerdo con las estadísticas que publica la secretaría de Agricultura.
Si no se ampliara más el cupo y esas 4.500 toneladas que dieron en septiembre se mantuvieran durante el resto del año se alcanzarían 870 mil toneladas y la diferencia con lo embarcado en 2020 sería de tan solo 3,5%.
Pero si las autoridades permitieran un cupo mayor entonces se llegaría a empatar el record de hace dos años.
Entonces cabe la pregunta, ¿para qué tanta intervención en el negocio? ¿no era posible prever que la oferta iba a ser más alta a inicio de año cuando ya se sabía que se iba a contar con oferta alta de vacas y novillos recriados?, ¿o poco tiempo después durante la zafra cuando se verificó un incremento notable en los engordes a corral que hoy pierden plata por la falta de reacción de la demanda?
La intervención sólo colaboró en la pérdida de negocios porque hubo todo el año oferta suficiente para mantener bien abastecido al mercado interno que no está en condiciones de acompañar el ritmo inflacionario.
Hay mucha carne de pollos y de cerdos y salarios tan alicaídos que se prefiere esas opciones a la vacuna que lleva dos meses casi sin aumentos y con una pérdida respecto de la inflación interanual de al menos 10 puntos porcentuales.
Hasta julio la carne vacuna en la medición del IPCVA había aumentado 60% contra una inflación que es de 71% y esa brecha será aún mayor cuando se conozca el índice de precios de agosto.
En el caso de la hacienda la diferencia es similar, con el agregado de que los costos de producción subieron más y que además no hubo chances este año de hacer las recrías que hubieran abaratado el costo de los kilos que se le agregan a los animales y que además hubiera permitido contar con más oferta a futuro por el aumento de peso medio de faena.
Lo que hizo la política con el cepo exportador fue en beneficio propio. En lugar de regular para favorecer el crecimiento intervino con la supuesta intención de beneficiar a la población que empobreció durante al menos 15 años de una inflación que se fue espiralizando y que este año llegaría al 100%. Nunca reconoció sus errores ni responsabilidades en el control de este indicador macro y siempre se le echaron las culpas a los privados.
La restricción exportadora condiciona la demanda de la industria que convive con la incertidumbre respecto de las autorizaciones que se le dará la semana siguiente, porque si bien se define un cupo mensual el monitoreo es semanal y todo puede variar de un día para el otro.
Eso tiene un costo que se traslada al precio al productor lo que se reflejó en los meses en los que hubo tanta oferta de vaca que el precio se redujo notablemente.
Además la restricción exportadora se aplica en un año en el cual la oferta es alta y el consumo está muy deprimido por la caída del poder de compra del salario lo que se refleja en los valores del ganado liviano y del novillo que no aumentan aun cuando en los últimos meses crecieron las ventas al extranjero.
Una vez más, la política al servicio propio, perjudicando a la producción y buscando disimular la pobreza que sus medidas económicas incrementó en los últimos años.
Los precios de la hacienda en el Mercado de Cañuelas tuvieron subas menores desde abril. El novillo aumentó apenas 3%, el novillito 4% y la vaquillona 1%. En tanto la vaca que es una categoría ligada a la exportación a China subió 26%.
Si se ajustan los precios de abril por el índice de inflación acumulado en estos meses y contando con un 7% en agosto el precio del novillo debería ser de al menos $370 lo que significa que tiene un retraso del 27%. Lo mismo sucede con novillos y vaquillonas.
El gobierno en estos meses dejó pasar la oportunidad de vender como exitosa su política y alentar el consumo de carne vacuna. Al menos podría haber comunicado que se frenó la suba del alimento estrella de los argentinos, pero la oportunidad está pasando.
En pocos tiempo más se corta la oferta de ganado de invernada y se complica la reposición por lo cual es esperable un salto en los valores hacia de fin de año que no sería menor ya que toda la cadena necesita recomponer márgenes.
Hay que tener en cuenta que se vienen los tarifazos. Industriales de Córdoba y Santa Fe dijeron que la suba en la energía eléctrica en julio fue de 60%, queda por verse qué pasa en los meses que vienen también con el gas y el gasoil. Además hay paritarias que no se completaron. Mientras tanto corre la inflación en otros rubros, por caso el comercio minorita se las tiene que ver con las suba de los alquileres, por citar un ejemplo.
Y como sui esto fuera poco además el gobierno insiste con la entrada en vigencia del cuarteo en noviembre lo que agregará costos logísticos y comerciales. Y eso sucedería justo cuando se empezaría a cortar la oferta de hacienda de feedlot. Lo que se viene va a dar qué hablar. Es inevitable en este escenario la suba de precios del ganado para la faena, de novillos y de hacienda liviana, además la reducción en la oferta de vacas también hará su aporte en la presión alcista.
Pero además, si aparecen las lluvias que tanto espera el campo es probable que vuelvan las recrías, se reducirá más la oferta de ganado gordo que recién entraría a los encierres o se enviaría a la faena desde mediados de 2023.
No digan que no les avisamos.
Por Nicolas Razzetti | Analista Mercado Ganadero