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La coyuntura del negocio agrícola: transformar una crisis en oportunidades

Por Mariano Cirio | Socio de Lartirigoyen S.A.

El momento actual demanda mitigar riesgos y asegurar una producción con una renta lógica que no impida seguir creciendo.

El gran aumento de precios de los insumos a esta altura de la campaña ya no sorprende a productores, menos aún a distribuidores y a distintos actores de la cadena agroindustrial. Hoy la carrera es por la disponibilidad.

Los motivos de la escasez de productos y aumento de costos son varios y ya conocidos. Crisis energética global (esto incluye falta de carbón en China, donde aún hay miles de fábricas que funcionan con esta fuente energética), aumento de costos muy marcado en logística marítima, falta de contenedores, fábricas cerradas por no cumplir con normas ambientales que apuntan a disminuir la emisión de carbono, la baja o nula actividad durante la pandemia y luego la recuperación brusca de la actividad.

Una cuota extra de incertidumbre en el mercado de insumos también la genera la falta de cumplimiento de contratos de importación cerrados con China.

Localmente hay que sumarle condimentos tales como contenedores de importaciones retenidos en Aduana, dificultad para acceder a dólares para concretar importaciones, etcétera.

La buena noticia es que el mundo sigue necesitando cada vez más alimentos y de mejor calidad, trazados y producidos de forma sostenible y amigable con el medio ambiente. ¡Ahí la Argentina pasa al frente! Con productores y una agroindustria en general totalmente a la altura de las circunstancias. Profesionalizada, tecnificada y en camino a digitalizarse.

En estos últimos años se avanzó muchísimo en esto de producción sostenible con todo lo que esto implica. La coyuntura genera incertidumbre tanto para el final de la campaña actual como para la próxima (22-23). La rentabilidad del negocio se ve amenazada no solo por la gran escalada de los costos sino también por la falta de certidumbre en tener un mercado abastecido.

Desafíos

Lejos de ser un mensaje negativo, con estas líneas simplemente intento describir una realidad para analizar con tiempo qué acciones podemos plantear como productores para mitigar riesgos y asegurar una producción con una renta lógica que no impida seguir creciendo. ¡El desafío es grande! Las herramientas y el conocimiento están.

¿Qué puedo hacer contra precios de insumos altos y falta de seguridad en la disponibilidad? Primero, tener muy claro los números, el planeamiento. Conocer el rinde de indiferencia por cultivo en cada campo, cada lote y mejor aún cada ambiente. De esta forma vamos a saber si ese rinde de indiferencia es lograble, si estamos dispuestos a asumir ese riesgo. Renegociar alquileres, etcétera.

Cuando el margen del negocio se ve amenazado, lo primero que suele surgir es esto de “bajar paquete tecnológico” y no siempre es una medida inteligente. Hoy el número puede ser ajustado por costos altos, pero también con precios de productos por encima de los promedios históricos. Con lo cual es clave trabajar para lograr esos kilos que estén por encima del rinde de indiferencia que son los que nos van a explicar el resultado.

Contra los costos de insumos probablemente mucho no podemos hacer, pero sí es muy importante seguir muy de cerca el mercado para poder capturar posibles oportunidades (precios, financiamiento, SGR, canjes etc.).

Podemos trabajar sobre la demanda, evaluar, incorporar cultivos en las rotaciones que demanden menos insumos como puede ser el girasol. Cada zona tendrá alguna opción a esto. Seguir rotando; está más que claro que rotar significa ser más eficiente en el uso de todos los recursos que el monocultivo.

Implementar el uso de cultivos de servicio o coberturas que tan en boca de todos esta por estos días y acá se abre un abanico de múltiples posibilidades, pero, en resumen, esto puede significar disminuir el uso de herbicidas, facilitar el control de malezas resistentes, disminuir el uso de fertilizantes nitrogenados. Probados resultados hay con “vicia villosa” en este sentido. Se puede aumentar la productividad al mejorar un problema de compactación, por ejemplo.

Para esto es muy importante estar muy bien asesorado con su ingeniero de confianza. Se avanzó mucho estos últimos años en el manejo adecuado de estos cultivos y es clave conocer muy bien los tiempos para cada caso, tener un objetivo claro.

En cuanto al uso de fertilizantes nitrogenados, además de lo mencionado anteriormente, con los cultivos de servicio hay que ver la posibilidad de uso de abonos orgánicos provenientes de otra producción como puede ser “cama de pollo”, de feedlot, etcétera. Es importante remarcar que hay que analizar la factibilidad del uso para evitar problemas futuros y saber qué estamos incorporando en nuestro suelo.

Estos últimos años se avanzó mucho en especialidades dentro de los fertilizantes no solo nitrogenados y fosforados, sino también con aporte de micronutrientes, aminoácidos, biofertilizantes etc. Tecnologías como microgranulados foliares, tecnologías para disminuir la fijación de fósforo en el suelo y así mejorar la eficiencia.

En general, estas especialidades no copiaron la curva de precios de los commodities, y pueden ser una opción más que válida para la próxima campaña. Además, estaríamos adoptando fertilizantes con tecnología que en el resto del mundo o localmente en producciones intensivas se usan mucho y con muy buenos resultados.

Si hablamos de tecnología, la llamada agricultura digital hoy es de muy fácil adopción o al menos dar el primer paso, de bajo costo y fácil implementación. Esto nos permite ser más eficientes, trabajar por ambientes, ir al detalle, fácilmente hacer prescripciones para las distintas labores, asignando así los recursos de una forma más adecuada a cada ambiente.

En tanto, las tecnologías de aplicaciones selectivas en pulverizadoras permiten un ahorro importante en agroquímicos, además de un posible menor impacto ambiental.

El listado podría ser interminable en tecnologías que nos permiten ser más eficientes y gestionar mejor el negocio y en mayor o menor medida están disponibles.

Finalmente, hay que analizar la posibilidad de cambios más estructurales en los negocios. Pasar de formatos de arrendamiento a compartir el riesgo como aparcerías y, un paso más, aun a siembras asociadas con los propietarios de los campos.

Allí también puede sumarse el contratista, el ingeniero agrónomo o el técnico que gerencia los campos, favoreciendo de este modo las relaciones a largo plazo con todo lo que esto implica en cuanto al manejo agronómico y las posibilidades de crecimiento de todas las partes. Se genera una sinergia con un objetivo en común donde todos son parte. La gestión de estas siembras es algo más complejas y la confianza es el valor que rige y aceita el sistema.

Como productor no tengo dudas de que luego de esta coyuntura, si logramos transformar las amenazas en oportunidades, nuevamente el sector más pujante y dinámico de nuestro país, la agroindustria, será el motor que nos saque de esta crisis.

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