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La “Iniciativa SOYA-MAÍZ Proyecto País” como un instrumento potenciador del sector agroindustrial argentino-colombiano

Por Mauricio Varela – Carlos A. Vidal

ENTRANDO A LA CANCHA…

Para aquellos de nosotros apasionados por el fútbol, es claro que Colombia ha sido un inagotable semillero de talentos que han regalado innumerables alegrías a los aficionados argentinos. Figuras emblemá- ticas como Faryd Mondragón y el Palomo Uzuriaga para el Rojo, la columna vertebral del Boca de Bianchi, hasta Juanfer Quintero y su gol en el Bernabéu se han convertido en iconos del fútbol sudamericano. Estos ídolos han tejido una conexión profun- da y admirada entre Colombia y Argentina, demostrando cómo el deporte puede unir culturas y corazones a través de fronteras.

Ahora la tortilla se puede dar vuelta. Porque el que precisa de un semillero es Colombia, y Argentina está de sobra calificada para serlo. Pero en este caso, no hablamos de talentos futbolísticos, sino de un semillero de tecnología para el agro.

La “Iniciativa Soya-Maíz Proyecto País” representa un proyecto clave que destaca la importancia de la cooperación entre países del sur para superar barreras y fomentar un intercambio de conocimientos con el potencial de transformar la agricultura en Colombia.

Argentina, reconocida por su experiencia y liderazgo en la innovación y producción de soja y maíz, emerge como socio estratégico y guía para Colombia, ofreciendo su conocimiento y experiencia para promover el desarrollo y la autosuficiencia en la producción de estos cultivos esenciales.

Este proyecto puede ser la oportunidad de una nueva era de colaboración bilateral, donde el intercambio de experiencias y prácticas agrícolas apunta a generar beneficios mutuos y un futuro más próspero y sostenible para ambos países.

Colombia es una estrategia enfocada en aumentar la autosuficiencia y reducir la dependencia de las importaciones de soja y maíz, dos componentes esenciales en la industria de alimentos balanceados para animales.

Dada la importancia crítica de estos cultivos en la cadena alimentaria y su impacto en la economía agrícola, el proyecto busca fortalecer el sector agrícola colombiano mediante la promoción de prácticas agrícolas sostenibles y la implementación de tecnología avanzada. El proyecto se basa en varios pilares fundamentales: Agricultura por Contrato, Innovación y Tecnología y Objetivo a Largo Plazo.

Esta Iniciativa a la vez se sustenta en que une mirada integral al territorio colombiano muestra una baja utilización de las tierras aptas para agricultura dado que, según informes especializados, el país contaría con cerca de 40 millones de hectáreas de frontera agrícola y más de 16 millones de has con aptitud para maíz tecnificado de clima cálido. Para ponerlo en claro: el proyecto impacta significativa y directamente en la seguridad alimentaria de un país que en 2022 importó más de 6 millones de toneladas de maíz, 1,7 de tortas de soya, casi 500.000 de frijol de soja y 247.000 de aceite de soya por un valor CIF superior a los 3500 millones de dólares.

LOS PIONEROS DE LA INICIATIVA

La historia comienza alrededor del año 2008 con La Fazenda, estableciéndose como el mayor productor de soya en Colombia. Pero su influencia se extiende más allá de la producción agrícola. Basándo- se en el modelo de producción brasilero, dadas las similitudes de condiciones de suelo y clima que comparte Puerto Gaitan (situado en el departamento del Meta) con Mato Grosso, se gestó un modelo de producción agrícola que formaba parte de una estrategia de integración vertical para el aseguramiento del abastecimiento de cerdas, con un enfoque en economía circular y agricultura regenerativa.

A través de esta integración vertical, sus operaciones desde la producción de maíz y soya hasta la cría de cerdos, La Fazenda ha demostrado que es posible unir la agroindustria con el respeto por el medio ambiente, abriendo la frontera agrícola de Colombia, donde antes solo se pensaba en ganadería.

La expansión continúa en 2016 con la llegada de los menonitas a Puerto Gaitán. Conocidos por su ética de trabajo y su conexión profunda con la agricultura, esta comunidad llevó consigo ciertas tecnolo- gías y prácticas agrícolas, como el uso de semillas transgénicas, logrando un notable incremento en la producción de soja y maíz. Su modelo comunitario no solo ha generado empleo, sino que también ha fortalecido la economía local, mostrando la importancia de la adaptación y la innovación para un futuro agrícola sostenible.

A pesar de algunos retos iniciales relacionados con regulaciones ambientales y la complejidad histórica de la tenencia de tierras en una región previamente afectada por conflictos, la comunidad menonita ha contribuido de manera significativa al desarrollo económico y social a través de la transformación agrícola de la altillanura.

Finalmente, entre 2019 y 2020, el Grupo Scheffer marcó su entrada en la región del Vichada (Departamento lindero al del Meta, que juntos forman parte de la Altillanura Colombiana), adoptando un enfo- que pionero en agricultura regenerativa. Su llegada ha significado una nueva visión para la agricultura en la zona, con un pro- yecto que busca expandirse y transformar la región en un centro de producción agrí- cola sostenible y regenerativo. El enfoque del Grupo Scheffer, menos dependiente de agroquímicos y centrado en el cuidado del suelo y las plantas, apunta a colocar a Colombia en el mapa como un líder en prácticas agrícolas innovadoras y sostenibles a nivel global.

Estas tres historias, no solo destacan la diversidad y la capacidad de innovación en el sector agrícola colombiano sino que también reflejan un enfoque compartido hacia la sostenibilidad y el desarrollo económico.

La Fazenda, los menonitas y el Grupo Scheffer, cada uno a su manera, han contribuido a transformar las prácticas agrícolas y agroindustriales en Colombia, promoviendo así el desarrollo económico, la seguridad alimentaria y la conservación ambiental. Juntos, comenzaron a escribir un nuevo capítulo en la historia agrícola de Colombia, demostrando su potencial para avanzar hacia un futuro agrícola más próspero y sostenible.

EL ESTADO DEL CAMPO DE JUEGO

Ahora bien, llega el momento de ver el estado del campo de juego y aquí es importante resaltar que Colombia, está teniendo un panorama muy alentador para los productores de maíz y soya, gracias a una estructura impositiva que presenta un equilibrio entre cargas tributarias directas e indirectas, distinguiéndose significativamente de los esquemas impositivos de otros países productores agrícolas. Al momento de la venta, los productores de maíz enfrentan una retención en la fuente del 1.5% sobre el valor comercial, complementada con un 0.75% destinado al fondo de fomento cerealista de la FENALCE – Federación Nacional de Cultivadores de Cereales, Leguminosas y Soya. Para la soya, la única diferencia es que la cuota de fomento para FENALCE es del 1%. Una vía alternativa de comercialización es a través de la Bolsa, donde se evita la retención del 1.5%, aunque se incurre en un registro en bolsa del 1.15%, coste que, a diferencia de la retención en la fuente, no es deducible de impuestos. Los productores también están sujetos a un impuesto de renta líquida del 35% y a un IVA del 5% sobre maíz y soya, que es asumido por el comprador. Por su parte, la mayoría de los insumos agrícolas están exentos de IVA, con excepciones como la semilla, gravada con solo 5%, o los coadyuvantes, con un 19%, que es el estándar nacional para este impuesto. Además, se aplica un impuesto de Indus- tria y Comercio por las municipalidades, representando el 2% sobre la facturación.

A efectos comparativos y a fin de orientar al lector en la geografía y el proceso que estamos mostrando, a continuación, se presenta una estructura de costos de producción comparativa entre la provin

cia argentina de Santiago del Estero vs la Altillanura Colombiana, de similares características y donde se está observando una potencialidad de desarrollo de casi 5 millones de hectáreas agrícolas (5 veces el NOA Argentino).

En estos números podemos ver algunos aspectos clave de la comparación:

• RENDIMIENTO: Los potenciales de rendimiento son bastante similares entre ambos países. No obstante, la Altillanura colombiana se beneficia de un régimen pluviométrico anual de 2.500 mm, mayormente entre abril y noviembre, lo que permite obtener hasta 1.4 cosechas al año de soja y maíz. Gol para Colombia.

• PRECIO PERCIBIDO POR EL PRODUC- TOR: Aquí radica una diferencia sustancial. A pesar del contexto global de precios internacionales de commodities desfavolrables favorables, Colombia lleva la ventaja al no aplicar derechos de exportación. Además, el hecho de que la soya y el maíz colombianos se valoren por encima del precio de referencia de Chicago marca una diferencia significativa. Gol para Colombia.

• COSTOS DE PRODUCCIÓN: La calidad superior de los suelos en Argentina elimina la necesidad de encalado y otras enmiendas para mejorar el suelo (se amortiza en 7 cosechas), un costo adicional en Colombia, que se amortiza en 7 cosechas (o 5 años). Sin embargo, la cercanía del destino final del gra- no (aproximadamente 300 km) reduce considerablemente el costo de comer- cialización en Colombia. Empate.

• DESARROLLO E INCORPORACION TECNOLOGICA: en este sentido, la Argentina cuenta con una experiencia reconocida mundialmente en producción de soja y maíz así como en el desarrollo de la siembra directa que hoy ocupa más del 90% del área cultivable y los más recientes desarrollos de la agricultura de precisión y por ambientes. A su vez, esto se sustenta en un amplio desarrollo de la industria de maquinaria agrícola orientada al mercado interno y la exportación con más de 1000 fábricas de este tipo en todo el país, a lo que se agregan las nuevas StartUps tecnológicas o AgTech así como los organismos de investigación y extensión reconoci- dos internacionalmente como el Insti- tuto Nacional de Tecnología Agropecuaria – INTA. Gol para Argentina.

Esta visión general nos ofrece un panorama de los desafíos y ventajas en la producción agrícola entre Argentina y Colombia, destacando la importancia de los factores climáticos, los incentivos económicos y los costos logísticos en la competitividad del sector.

LA SELECCIÓN YA SE ESTÁ ARMANDO – Pasar del 5 a 0 a la estrategia Win-Win-

Las relaciones comerciales entre Argentina y Colombia se han ido consolidando a través de los años y donde el comercio entre ambos tiene un importante significado. Así, Argentina exporta a Colombia anualmente más de 1400 millones de dólares representados principalmente por camiones de entrega (17,9%), maíz (17,9%), carros (12,7%), cebada (7,20%), tuberías de hierro (7,18%), harina de soja (4,59%) y aceite de soja (3,37%). Mientras que Colombia vende a su socio comercial por valor de algo más de 400 millones de dólares representados por briquetas de carbón (25,7%), coque (13,5%), polímero de pro- pileno (12,9%), petróleo refinado (6,16%), aceite de coco (2,90%), carros (2,82%) y pesticidas (2,48%).

En el sector agroalimentario, las relaciones entre ambos países se han fortalecido en los últimos años gracias a la contribución de empresas argentinas que están innovando en tecnología agrícola. Se destacan las iniciativas en agricultura de precisión, sistemas de pesaje avanzados, cabezales draper para la cosecha, sembradoras para siembra directa, y soluciones para el almacenamiento de granos, como las embolsadoras de silobolsa, tecnología que está ganando popularidad especialmente en el cultivo de arroz. Al establecer operaciones en Colombia, estas empresas están enri- queciendo las prácticas agrícolas del país, aportando tecnología avanzada y elevando la calidad de los procesos productivos, lo cual subraya el potencial creciente del mercado local.

También existen algunos emprendedores argentinos que tienen una vasta experiencia productiva en el país cafetero y próximamente sojero, llevando adelante emprendimientos propios o fondos de inver- sión para desarrollar tierras productivas en Meta y Vichada, como el del Ing. Agr. Matias Paez.

Esto, es solo una muestra de cómo a través de la “Iniciativa Soya – Maíz Proyecto País” el vínculo entre ambos países y sectores puede continuar profundizándose y más cuando desde Argentina hace años esta- mos al frente del enorme desafío de con- solidar un mercado exportador sostenible, sustentable y que promueva la innovación y una industria nacional cada más internacionalizada.

Como en el futbol debemos trabajar en equipo, entre todos, con estrategia y mirada hacia adelante para acompañarnos en el proceso de crecimiento nacional y regional.

Esta nota, quiere ser un pequeño y humil- de aporte para continuar jugando un partido que recién comienza….

Por Mauricio Varela – Carlos A. Vidal

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