Lluvias, petróleo y dólar: ¿qué sucede con las variables que definen los precios?
Por Hernán Fernandez Martinez
La semana pasada subieron los precios de los principales productos agrícolas. La escasez de lluvias en la Pampa Húmeda, el aumento del precio del petróleo y la devaluación global del dólar juegan a favor.
Durante la última semana, los productos agrícolas por nosotros observados de cerca verificaron una escalada de cierta magnitud: 1,15% el maíz, 0,90% la soja, 1,7% el trigo y 3% nuestro producto estrella, la harina de soja, que pasó de U$D 322,20 a U$D 331,60; todos en el mercado de referencia de Chicago. Vale recordar que somos, por lejos, el primer exportador de harina de soja del mundo.
En línea con lo anterior podríamos inferir que Argentina ha tenido algo que ver con la suba de la semana en este producto, y esto tendría cierto sentido lógico. Desde aquel mercado nos están observando muy de cerca y verifican, lo más frecuentemente posible, nuestros mapas de estado de humedad del suelo; y nos consultan si llegaron o no las tan esperadas lluvias que por ahora siguen brillando por su ausencia en los volúmenes esperados.
Pero si miramos un poco más allá, detrás del escenario aparecen dos variables que suelen jugar en las sombras pero tienen sus implicancias ciertas sobre el precio de nuestros productos, y son petróleo y dólar. No es la intención aburrir con variables estadísticas pero debemos decir que guardan una cercanía importante en sus variaciones de precio con las de la oleaginosa. Analizado con precios desde enero 2010, el primero acompaña a la soja en sus variaciones de precio en Chicago el 83% de las veces. En el caso del dólar, el 73% de las veces que se devalúa, el precio de la oleaginosa sube (coeficientes de correlación).
En el caso del petróleo, muy probablemente tenga que ver con la importancia de la soja como biocombustible, y respecto al dólar hay que recordar que, dado que la soja tiene precio de referencia en esa moneda, cuando éste se debilita frente a las monedas de los compradores, a estos últimos se les incrementa la capacidad de compra. Dicho en criollo, se les abaratan las importaciones.
Ahora bien, vayamos a la coyuntura. Tanto el petróleo como el dólar vienen modificando muy fuertemente sus precios en los últimos meses en sentido favorable para nuestros productos. Por un lado, el barril de crudo ha subido U$D 19, un 44% desde junio 17; y por el otro, el dólar -observado a través de la ventana del Dollar Index- se ha debilitado un 13% frente a las monedas importantes del mundo durante todo el 2017.
En síntesis, si bien seguimos asistiendo a un mercado mundial en el cual el protagonista es la enorme oferta de todos nuestros productos en el país del norte y; siendo que en Brasil la campaña viene bastante normal, sólo resta definirse la producción en nuestro querido país, el cual lamentablemente sigue sufriendo escasez de lluvias mientras nos vamos acercando a los momentos de definición de rendimientos. Pero, como hemos descripto anteriormente, por detrás del escenario hay variables que nos están jugando a favor, aunque aún no se haya verificado su efecto en los precios.
Finalmente, no dejaremos pasar la nueva oportunidad de recordarles que si bien todos los vendedores quieren que los precios de los productos que venden suban y suban, en algún momento esas esperadas subas llegan y luego se interrumpen. Por eso siempre es recomendable ponerse un “precio de toma de decisión”, “precio disparador”, “precio objetivo” o como gusten llamarlo, que evite que la decisión de venta sea algo subjetivo o -lo más frecuente- que sea por la necesidad de “salir a comprar plata con grano” porque nos llegó el vencimiento.
Habremos dado un gran paso cuando el resultado sea el principal motor de nuestras decisiones de venta, y no el precio.
¡Buena semana!