Por Nicolas Razzetti | Analista Mercado Ganadero
Con la llegada del nuevo gobierno se impuso la premisa “prohibido – prohibir” exportaciones y eso se reflejó muy bien en el negocio ganadero.
Las ventas de carne vacuna al extranjero sumaron en los dos 160.000 toneladas de acuerdo con el nuevo sistema dispuesto por la secretaría de Agricultura que no contabiliza las ventas de huesos con carne como sí lo hacen los exportadores para quienes la colocación de esta especie de subproducto se volvió un negocio que le agregar valor o le permite integrar mejor la res vacuna.
Ese tonelaje representó el 32% de la producción nacional en los primeros dos meses del año. El año pasado con exportaciones por 852.000 toneladas y una producción de casi 3,3 millones de toneladas la exportación significó el 25% de la oferta total.
Hay un cambio en el esquema del negocio, la exportación tiene cada vez más participación y las empresas que venden al extranjero además pueden colocar mayores volúmenes en el mercado interno.
Ese mayor volumen les permite licuar costos y compensar la pérdida de competitividad que tiene el negocio que sufre el impacto del pago de 9% en concepto de derechos de exportación y un valor del dólar que se atrasa cada mes respecto de la inflación
La contracara de esto es el consumo interno que atraviesa una crisis cada vez más profunda. La oferta para la demanda local es baja, de apenas 44 kilos por habitante al año anualizando lo que dispuso en el primer bimestre contra los 52 del 2023.
Esto indica que la demanda interna contó con una oferta 15% menor en el bimestre enero-febrero con relación al promedio del año pasado.
Históricamente cuando la oferta de carne vacuna se reducía por inclemencias climáticas o cambios en los ciclos ganaderos la reacción de la demanda era casi inmediata, los analistas daban cuenta entonces de la inelasticidad de la demanda de carne vacuna.
Pero la crisis parece haber dado por tierra con ese comportamiento del consumo ya que los precios de la carne vacuna en los últimos meses subieron mucho menos que la inflación y esto impacto en los valores del ganado con destino a la faena.
El valor promedio de la carne vacuna en los principales centros de consumo: AMBA, Rosario y Córdoba, aumentó entre 4% y 6% con una inflación nacional de 13%.
Si se toman como referencia los valores del último año se ve más claro cómo la crisis pegó en el consumo que empieza a optar por otras carnes, en especial la de pollo cuya producción está creciendo al 2/3% mensual y que tiene una oferta para la demanda local de 48/49 kilos por habitante al año superando en 10% a la oferta/consumo per cápita de carne vacuna.
Mientras la inflación de los últimos 12 meses fue de 276%, la carne vacuna en ese período aumento 285%, el pollo subió 335% y el cerdo 290% aunque en este caso hay que destacar que el enfriamiento del mercado cárnico y de la economía en general le pegaron duro y que desde diciembre y en términos nominales el valor del capón se redujo 12% (50% en términos reales).
Este escenario está impactando en los precios de la hacienda vacuna que mucho se conforman con destacar que tiene buenos niveles históricos medidos en dólares, el punto es que también están aumentando en dólares los insumos (por caso uno esencial como el combustible).
Y todo parce indicar que los precios del ganado no tendrán una suba que compense la combinación de inflación acumulada, la que está por venir que se supone será más baja, el retraso cambiario, la falta de competitividad exportadora y la pérdida de poder de compra del consumo.
Esto se refleja también en los números de la hacienda que no son otra cosa que un indicador que condensa ese proceso.
El precio del novillo en el Mercado de Cañuelas en el arranque de abril fue de 1740 pesos, apenas 25% más que el que tuvo en la segunda quincena de diciembre cuando teóricamente hay más demanda de carne. La inflación acumulada fue enorme, 25% en diciembre y 36% en el trimestres enero – marzo.
El retraso en el precio del consumo es elocuente y estamos atravesando un proceso de merma en la oferta, quizás no tan alto como muchos esperaban.
Los feedlots tienen poco ganado liviano disponible y por eso algo se afirmó el valor de los mejores lotes de novillos y vaquillonas, pero en un par de meses empezará a aparecer la hacienda que encerraron al inicio de la zafra, también la vaca de refugo y luego los lotes de consumo liviano que fueron a recrías cortas y, por lo tanto, habrá más oferta y eso colaborará a controlar la inflación ya que no hay señales de que la demanda interna vaya a mejorar su poder de compra, todo lo contrario.
Eso pone en evidencia la directa relación entre los dos eslabones de la cadena y el peso que tiene el consumo a pesar del crecimiento de las exportaciones que se llevan más del 30% de lo que se produce pero que tiene sus límites impuestos por la demanda internacional y especialmente por China y Europa que no están dispuestos a convalidar precios mayores.
Ambas demandas de hacienda pasan por un momento de vacas flacas y eso se siente en las cuentas de los productores cuyos ingresos se van retrasando cada mes más.
Esto también condiciona al negocio de la invernada. En plena zafra los precios se han estabilizado consecuencia de la alta oferta y de los valores del gordo. Las cotizaciones de los terneros rondan los 2000/2200 pesos y los de las terneras los 1900/2100 pesos. Son valores ligeramente inferiores a los máximos alcanzados el viernes 5 en el MAG.
Se podría decir que la reposición tiene una relación de 1 a 1, la contra ahora es la suba del precio del maíz cuya relación con el kilo vivo de ganado sigue siendo buena para el engorde a corral. Hoy con un kilo de gordo vendido en 2200 pesos se pueden comprar 12 kilos del cereal.
En términos históricos y de dólar el ternero tiene buen precio y el criador lo está aprovechando, por eso la venta es menos moderada de lo que se esperaba.
Además hay otra novedad en estas semanas que es la reaparición del plazo de 30 y 60 días y algunos lotes se venden con 30,60 y 90 días. No es un dato menor para la demanda que hace pocas semanas debía pagar con 15 días la invernada.
Pasado el pico de la zafra es muy probable que este mercado se independice de los valores que se obtengan en el mercado del ganado para la faena pero hasta entonces sus precios se verán condicionados por la capacidad de pago recortada de frigoríficos exportadores, matarifes y productores mixtos que no tendrá el resultado ansiado en la cosecha agrícola y que deben pensar en un ciclo agrícola 24/25 que tiene sus dificultades económicas y climáticas en el horizonte.
Stock vacuno:
Según los datos informados por Senasa el stock ganadero al 31 de diciembre fue de 52.8 millones de cabezas lo que significó una reducción de 1,5 millón de animales en forma interanual.
La reducción en el número de terneros fue de menos 500 animales y la de vacas de 600 mil. Ambas categorías explican la mayor parte de la caída del rodeo.
A su vez la relación vaca – ternero es buena, contrariamente a lo que se presumía cuando la seca hacía estragos en los rodeos de cría.
En Argentina había al 31 de diciembre 22,4 millones de vacas que dieron 14,7 millones de terneros por lo que el destete fue de 65%, es decir, cerca de 5% respecto del histórico 62% y muy cerca de los niveles más altos.
Aunque todavía queda mucho por crecer está claro que en los últimos años y al no encontrar en las políticas respuestas a las necesidades del sector el productor decidió trabajar puertas adentro para compensar los efectos negativos de una economía en crisis.
Por Nicolas Razzetti | Analista Mercado Ganadero