Por Manuel Alvarado Ledesma – Consultoría Agroeconómica | Especial para Agroeducación
La actual aldea global muestra una unidad de tal magnitud que aquello que sucede en una parte llega casi instantáneamente al resto.
El Covid 19 es un claro ejemplo.
Frente a esta pandemia, también, las medidas elegidas por un determinado gobierno, de una forma u otra, se han replicado en el mundo entero. Sobre este punto, pretendemos detenernos a fin de analizar la situación de la soja.
Llama la atención que, desde que comenzara la aplicación de estas medidas, el precio de la soja comenzó a elevarse. El gráfico lo dice con claridad.
Precio de la soja en Chicago, en dólares por bushel
El grafico muestra cómo comenzó a incrementarse el precio, justamente, desde mediados de abril, es decir a pocos días de la implementación de las medidas de gobierno, ¿cuál será la principal razón?
Para paliar la situación, los gobiernos han aplicado (y lo siguen haciendo) políticas asistencialistas y de generación de empleo, financiadas en su mayor parte por fuerte incrementos en la emisión de dinero. Para incentivar el empleo y elevar la asistencia social, el déficit fiscal en casi todos los países ha crecido notablemente y, para ello, se ha recurrido a una mayor creación de dinero, con la consecuente alza en las tasas de inflación.
En esta forma de encarar el problema, se destaca el gobierno de EE.UU. donde la famosa “maquinita de crear dólares” viene trabajando a todo vapor. Antes de la pandemia, en EE.UU., se estimaba un déficit fiscal anual cercano al 1 billón de dólares. Ahora, la proyección nos habla de cerca 3,5 billones.
La Reserva Federal de EE.UU. redujo su tasa de referencia desde 1,8% al 0,25% y estima que las tasas bajas persistirán en el tiempo.
A consecuencia de esta política de expansión monetaria, los precios han evolucionado en suba. Pero en lugar de comprobarse, al menos hasta ahora, una suba generalizada de precios (inflación), lo que en rigor se advierte es una acentuada alza de los precios de los activos tangibles.
Detengamos nuestra atención en el oro. Si observamos su precio en dólares, desde abril, advertiremos cómo ha subido. Es un dato que revela la pérdida de valor del dólar.
En otras palabras, su pérdida de valor es manifiesta en un aumento de los precios de los activos en lugar de los de los bienes de consumo. Esto resulta así porque la gente sigue creyendo en esta moneda como reserva de valor.
Pero distinto es el caso de los grandes movimientos de dinero. Los grandes fondos de inversión vienen abandonando el dólar para dirigirse a otras monedas como el euro.
Pero más que a ellas, buscan ir a diferentes activos como el oro, las acciones y los commodities, como es el caso de la soja. Los inversores prefieren, en este cuadro, tangibilidad.
Hoy hay una elevada expectativa sobre la posibilidad de que el demócrata Joe Biden resulte ser el nuevo presidente. Por ello, los agentes económicos toman como escenario muy factible un aumento aún mayor de los precios y de la debilidad del dólar.
Cuando el dólar se debilita, mejora el euro y muchas otras monedas.
Miremos el gráfico de la evolución del índice dólar, que mide el valor de esta moneda en relación a una canasta de las principales divisas.
Es evidente, la caída de esta moneda desde abril pasado.
Así, la importación de commodities agrícolas, como la soja, resulta más accesible. A diferencia de otros activos como el oro, la oleaginosa además de ser una forma de “inversión” tiene la propiedad de ser un commodity para consumir, con una demanda creciente de la mano de países liderados por China.
Está claro que desde hace unos meses, hay rebalanceo de las carteras de inversión, donde resultan más atractivos los activos representativos de commodities agrícolas.
Al respecto, los fondos de inversión vienen fortaleciendo sus posiciones compradoras.
Los fondos que operan con futuros y opciones de soja se hallan en una posición compradora neta desde finales de abril. Y este comportamiento, se ha acentuado en los dos últimos meses.
En lo que va de octubre, los fondos de inversión han registrado la posición alcista más elevada, desde agosto de 2012.
Con un cuadro de esta naturaleza, y a la luz de estos datos, deberíamos aguardar que se mantenga la actual fortaleza de los precios de la soja, con una expectativa más favorable aún para los próximos meses.
El resultado futuro dependerá de otras variables, que acá no comentamos como el clima. Pero, en principio, en el horizonte no se ven grandes amenazas.
Claramente, hay más datos a favor de los precios que en contra
Manuel Alvarado Ledesma – Director de Consultoría Agroeconómica (CAE) | Docente de Agroeducación