Por Clarín Rural
En el contexto de un negocio agrícola en el que se achicaron los márgenes, las compañías se fusionan e invierten para lograr mayor eficiencia.
Los ingresos de los productores agrícolas norteamericanos cayeron más de 50% en los últimos 3 años, mientras que el precio de la tierra y los impuestos a la propiedad aumentaron 30% promedio en los estados del Medio Oeste, con epicentro en Nebraska, Iowa, y Kansas, corazón de la producción agroalimentaria de Estados Unidos, la primera y más avanzada del mundo.Al mismo tiempo, las grandes trasnacionales estadounidenses del negocio agroalimentario –Cargill, ADM, Bunge- experimentaron una disminución neta de más de 30% en sus ganancias corporativas como consecuencia de la caída de los precios de los commodities agrícolas.
Esto sucede cuando las tres grandes del negocio agroalimentario norteamericano se ven forzadas a aumentar sus inversiones de capital para satisfacer una demanda mundial que se intensifica cada vez más, proveniente ante todo de China y los países del sudeste asiático.
Allí la nueva clase media reclama más y mejores alimentos, a través de un boom de consumo crecientemente sofisticado, que sumó más proteínas cárnicas y más lácteos. Además crece a un ritmo acelerado la migración del campo a las grandes ciudades, una tendencia que también influye en la demanda de alimentos.
Esto ha desatado entre las grandes trasnacionales, debido a la combinación de bajos precios de los commodities y exigencias de mayores inversiones de capital, un proceso de concentración y consolidación absolutamente imparable.
El titular de Dow Chemical ha explicado las razones de su fusión con Dupont, la otra gran compañía química norteamericana: “He visto muchos cambios en la industria agrícola de Estados Unidos, pero nunca como el mercado agrícola de los últimos 3 años, donde los ingresos de los farmers han caído 55% desde 2013”.
Esto significa que la única forma en que los farmers pueden aumentar sus ingresos es a través del alza de la productividad, y esto requiere, ante todo, nuevas tecnologías a menores costos.
De ahí la fusión entre las compañías Dow Chemical y Dupont, y el proceso generalizado de concentración y consolidación de la industria agroalimentaria en Estados Unidos y en el mundo.
La lógica económica que fundamenta esta ola de compras y fusiones es disminuir los costos de producción mediante un aumento de la escala y un alza sistemática de la eficiencia.
De esa manera, mediante los ahorros obtenidos por el recorte de los costos de producción, las compañías trasnacionales apuestan a aumentar las inversiones de capital, y en especial los gastos en inversión y desarrollo (I&D) científica y tecnológica, cuya magnitud (exigencias de capitalización) se ha más que duplicado en los últimos 20 años.
Las trasnacionales estadounidenses, además del proceso de consolidación y concentración en el que están inmmersas, destinan ahora una parte creciente de sus inversiones de capital a la compra de start ups agrícolas de alta tecnología, que encabezan el proceso de innovación del sector agroindustrial y se caracterizan por su extraordinaria capacidad disruptiva (la aptitud para la “destrucción creadora”).
Monsanto y Syngenta destinaron el año pasado más de 25% de sus inversiones de capital a la compra de high tech de alta tecnología, frente al porcentaje de 7% que alcanzaron en 2016. Este año esa pauta se elevaría a más del 50% del total de sus gastos de capital Aquí está en juego lo esencial del negocio agroindustrial mundial en el siglo XXI.